jueves, enero 19, 2006

A un año del soberano ridículo


Por Master Yoda

Si alguien te grita, ¡¡¡corre, te van a matar!!! lo más seguro es que el instinto gregario te lleve a salir ‘apretando cachete’ dejando de lado todo escepticismo conciente. Si alguien te llama por teléfono y te cuenta que tu casa se está quemando lo más seguro es que partas hacia ella sin preocuparte de dónde y en qué estás. Por sentido común, por naturaleza.
Lo que pasó hace un año tiene que ver con un fenómeno cultural super antiguo pero que en Chile se descuida con vista gorda. Se llama Educación Cívica. En ella intervienen entes formales e informales (los que hay que disminuir al máximo pues su acción preferentemente es distractiva).
Dentro de estos hay otro fenómeno, “el rumor” utilizado por líderes históricos para generar estados de conmoción pública. Sin teorizar, porque no es el fin del blog, quiero aportillar a los medios de comunicación local por la directa responsabilidad que les cabe en la risible estampida colectiva de hace un año.
¿Usted cree que en Radio Biobío se enteraron tarde del murmurio que había un Tsunami?. Con la cantidad de sapos disgregados por el territorio es imposible. Sabían temprano. Sin embargo, la denominada ‘señal oficial’ jamás realizó un trabajo macizo para desterrar el chisme. ¿Pruebas? Yo me enteré del soponcio colectivo a eso de la una de la madrugada, cuando vecinos (entre ellos una conocida voz radial de la zona) pasaban alharaqueando y aglutinando gente para llevársela. A esa hora ya habría estado ahogado pues vivo relativamente cerca del mar. Aún así sé que es imposible que el agua llegue a mi puerta. Para tranquilizar a los míos coloqué Radio Biobío y tenían puesta música. Llamé a los fonos de emergencia y estaban colapsados. Tuve que esperar que terminara la canción para escuchar a Schartzman con un aberrante tono soberbio afirmar que no había noticias de una marejada.
Fiel a mi estilo, comencé a reparar en cada detalle de cómo actuaron los medios ese día. Radio Biobío, se reía de la gente al señalar a los cuatro vientos algo así como “por favor, es ridículo que arranquen”. Además entrevistaba autoridaes por separado, entre canciones y con programación normal. Canal Regional y TVU (era domingo) estuvieron en la nevera. Lo mismo Radio Femenina, Oceanía y tantas otras. Los corresponsales de prensa y noteros de TV locales corrían a grabar gente huyendo. Todos con una actitud altanera y engreída ante “el pueblo ignorante”. De haber existido Teletrece Concepción seguro que salen al aire y matan el rumor en media hora. Cómo ahora todos se las dan de capos, es bueno que aprendan un par de cosas. Salvador Schartzman dice “decidimos obsoleta es que “TODO estaba pasando”. Para la otra ponga el canal al aire (la tele penetra más que la radio ¿sabía?), junte a todas las autoridades y manténgalas por ambos medios -radial y televisivo- llamando a la calma. Una especie de Oremi en vivo. Que las demás radios trabajen. Si hubiese un maremoto mucha gente se moriría por culpa de su nula capacidad de servicio público. Que los que reportean en la calle no se preocupen de la cuña sino de tranquilizar al prójimo. Protejan vidas, ese es su rol social. No cobrar por nota despachada. Que los medios se activen, en definitiva. Esa es manera de presionar a la autoridad a reaccionar rápida y eficazmente. Sean el eslabón que acelere una reacción de la cadena formal de emergencia, la misma a la que pertenecen. Ustedes, en estos casos no están para enjuiciar sino para aportar a la ciudadanía. Si alguien cree que estoy fanfarroneando que repare en la hora en que las autoridades realizaron la primera conferencia informativa de la crisis. Fue a las 4 de la tarde, 19 horas después de comenzado el éxodo de gente. Con todos los temerosos habitantes ya de vuelta en sus casas (excepto los más porfiados). Y nadie les dijoalgo a los encargados de poner en marcha los planes de emergencia. Todo al lote, vergonzosamente, como siempre, como aquella indeleble marca registrada que define a Concepción como una ciudad ‘segundona’ dónde todo se hace ‘como las huifas’, para regocijo de quienes nos ven como campiranos...

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