Escribe Supertevito, desde Barcelona.
La imagen de Stan Laurel y Oliver Hardy grafica muy exacta y graciosamente lo que la telelocal de mi ciudad Concepción, realmente es. Un chiste en un 70 por ciento. El treinta por ciento restante corresponde a un rango de calidad de producción y contenidos que ronda en lo aceptable y que, en ocasiones, es aceptable.
No pasa de ser un chiste todo aquella fastidiosa producción que ha intentado e intenta copiar fórmulas de la televisión capitalina.
Una muestra de hoy los matinales. Presentes en los dos grandes canales de la ciudad. Sosos, sin gracia, desprovistos de contenidos, predecibles, cocineros incluídos. No menciones el frustrado matinal del 8, conducido por Sergio Plaza. Se goza con un buenas tardes Eli local.
Ejemplos del pasado remoto: un Concurso de Baile, al mejor estilo de los que animaba Juan La Rivera en los años 70; la emisión del Festival de Viña por parte de un canal TVU que daba sus primeros vagidos. No balbuceaba y ya estaba cotransmitiendo el evento viñamarino con Megavisión. Chiste ¿verdad?. Propio de Laurel y Hardy que, entre paréntesis, eran hombres muy serios.
Autores de los chiste de esa época y de los actuales, ejecutivos que no sabían absolutamente nada de televisión y menos de lo que era la industria televisiva. Nombres: Nelson Castro, Eduardo Brown, Héctor Flores. Los tres en TVU fueron una plaga espantosa. Hay una serie de hechos que los recuerdan. ¿Quién los puso allí? Otros ineptos, más que ellos mismos. Se requerían ejecutivos con buenas visagras.
Poco o nada se sabe de Canal Regional y quien o quienes han sido los guaripolas de la inepcia televisiva. Sólo se conoce que ha importado más la radio que la señal de televisión y en un período importó la parabólica que los conectaba con la televisión española. En TVU una antena parabólica pudo ser útil pero el gerente, señor Castro, la mandó a pintar con esmalte blanco porque la hallaba fea, según declaró el productor Marcelo Gotelli a La Gaceta, de El Sur. La anécdota hoy forma parte del mundo del país de nunca jamás de la televisión penquista.
El último actor que ingresó al sistema, Canal 8, camina con muletas, a veces en silla de ruedas, y en otras no camina. Pero ahí está ante el espanto de los ejecutivos de VTR que no saben qué hacer con el problema. Ellos, lamentablemente, se propusieron bailar con la fea y ahí están los resultados. Bailarán y bailarán.
Los audiovisualistas incorporados a los canales no han hecho que éstos hayan progresado lo suficiente. Saben su cuento pero no completo y actualizado. No están en condiciones de competir en orden a aportar contenidos y su impacto ha circulado por la vía de tratar de impresionar con efectos de todo tipo. Verdes, redondos, cuadrados, azules. Muy antiguo y pasado de moda. Hoy los códigos son, en verdad, otros. Aparte de eso sobre los audiovisualistas están los ejecutivos que de televisión algo saben, simplemente porque antes de llegar a los canales veían programas en sus casas, y creen, lo siguen creyendo, que basta con eso. Si a todo lo que se señala añadimos que no hay financiamiento publicitario local, menos de Santiago, el 7o por ciento de nuestra televisión local es un episodio tan gracioso como los de Laurel y Hardy.
Nota del Editor señor Columbo: pretenden estos ensayos aclarar la película a los asistentes a un encuentro internacional de Telelocal que por estos días se desarrolla con mucho sigilo en la comuna de Hualpén ¿o Talcahuano?
Pronto: Ensayo Parte Dos. La mesa de centro.