lunes, abril 20, 2009

De La Nación, por Chavas Montecinos


Canal 13: persiguiendo su programa favorito

¿Qué sigue? ¿El noticiario del mediodía a las 12 de la noche? ¿Ken Brockman conduciendo Teletrece? O mejor aún, la misa del domingo el día viernes por la noche.

Intentar seguir un programa en Canal 13 se ha convertido en un ejercicio poco gratificante que bordea la angustia. Por alguna bastarda razón basada en raciocinios absurdos, la estación ha convertido el desorden en norma, los trueques de horario en pan de cada día y el respeto por su público en un bien relativo y equivalente al raiting online.

Como el Coyote que persigue al Correcaminos, atrapar una teleserie en esta gelatinosa parrilla programática adquiere ahora connotaciones épicas (lo del viernes, cuando reemplazaron "Cuenta conmigo" por "Los Simpsons" fue casi una sacada de madre a los más fieles televidentes del canal).

El reality 1810, supuesta carta de triunfo anda por las mismas. ¿Qué sigue? ¿El noticiario del mediodía a las 12 de la noche? ¿Ken Brockman conduciendo Teletrece? O mejor aún, la misa del domingo el día viernes por la noche.

Hay que tener cuidado. Los televidentes -las personas- son fieles, el people meter no. Una cosa son los cambios de horario, que pueden justificarse de una u otra manera. Otra son los cambios sin anuncio, la improvisación y el desorden. A la gente no le gusta que le revuelvan sus hábitos.

Hoy, la mente de los ejecutivos de dicho canal se nos presenta tan inescrutable como las intenciones divinas. Vasco Moulián es apuntado con el dedo por quienes no encuentran lo que quieren ver, al horario que están acostumbrados a verlo. El raiting lo apoya, dicen algunos sabios de la comercialización, pero el raiting es un número voluble, que en este desorden pasa a ser un bien circunstancial. Si vas a convertir un índice de sintonía exitoso en la frase "es lo que la gente quiere ver", vas por el mal camino. Sobre todo porque ese alto índice de sintonía se basa en un absoluto caos. Si sacas un conejo del sombrero una vez, puede resultar asombroso... hacerlo tres veces seguidas es irritante.

Convertir la parrilla en una lotería para apuntarle al gusto de una mayoría imaginada es un error evidente. Intentar adaptarte a las costumbres del zapeador, es decir, a ese televidente que va cambiando constantemente de canal, también. Enojar a la minoría perjudicada por tanta anarquía horaria puede traer ganancias a corto plazo, pero hacerlo constantemente termina generando una masa crítica, destruyendo tu reputación e imagen.

Resulta curioso que en un mundo en el que las empresas de servicios apuntan a la fidelización del cliente, Canal 13 haga exactamente lo contrario, despreciando a su televidente más duro, a ese que no se cambiaba nunca, a favor de esa masa amorfa promedio, buscando darle en el gusto al más veleidoso de todos los espectadores, ese que no se caza con nadie y que ve lo mejor que pilla, en el momento que lo pilla.