Feliz cumpleaños mijita

Por Waldo Pedro


28 inviernos. Este 22 de marzo, la preciosa animadora Soraya Lama apagó velita sin otro sentimiento (imagino) que de felicidad. Está consolidada, todos la queremos, llegó a poner algo de femineidad a un matinal que, como contraste, estaba hecho por hombres y para dueñas de casa. Además, su futuro televisivo se ve esplendoroso. Fueron las circunstancias que hicieron a la Llodrá creerse el cuento y partir a Santiago porque en Conce había tocado techo lo que nos permitió gozar de Sorayita en la pantalla mañanera. Bendita coincidencia.

Soraya es la típica chica que no se cree el cuento y que sube cuidadosamente cada escalón de la carrera televisiva. De no ser por el afortunado casting, hoy estaría generando sueños líquidos en algunos mandamases degenerados capitalinos donde la musa chillaneja había partido a buscar suerte como Relacionadora Pública. Con ese rostro angelical y esa sonrisa transparente habría caído parada en cualquier staff que hubiese postulado.

Tiene cuerpo de sirenita y rostro angelical. Es animadora de oficio y por ello goza de virtudes que ninguno de sus compañeros de set podrían comprar en la farmacia (menos Valdebenito que fue criado en la escuela de la impostura): Naturalidad. Nunca veremos a Soraya hablando de lo que no sabe, nunca la veremos dándose ínfula ni atribuyéndose talentos que no tiene. Ha sabido aceptar que sus compañeros cerebrales del matinal del 11 la releguen a un rol de complemento, de compañía para un animador "florero de mesa". No recurre a la actualidad de manera desesperada como queriendo mostrar inteligencia, como sus pares de Nuestra Casa. Ella es como es. No hay doble discurso en su forma de hacer tele.

Si hubiesen mentes más desarrolladas en el canal universitario ya la habrían proyectado este año con un estelar nocturno. Capacidad de conversar y bromear en pantalla ya las demostró cuando Valdebenito salió de vacaciones y armó un trío natural con la Cáceres y un estilista fleto que hizo olvidar las salidas de libreto antojadizas del conductor titular.

Así es Soraya. Reina absoluta (para envidia de la Llodrá y la González) de la mañana penquista. Es cierto, pololea con "cambiando completamente de tema" y eso la hace humana. Porque el estar emparejada con semejante ser del periodismo local la disminuye, pero en cosa de gustos no hay nada escrito dicen. Fiel a mi estilo, podría decir que Soraya es como la canción de Milanés. No es perfecta, más se acerca a lo que yo, simplemente soñé...