La sorpresiva compra de los dos tercios de Canal 13 por parte del grupo Luksic significa dineros frescos para salvar la alicaída situación del medio católico, pero otra visión tiene el Sindicato Nacional de Trabajadores de la estación, quienes cuestionan el secretismo con el cual se hizo la negociación y la independencia con la que se actuará a futuro.
En una declaración de cuatro carillas, el sindicato critica duramente la palabra empeñada por el rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, debido a que cuando asumió el cargo le reiteró a los trabajadores que el canal no se vendía ni se privatizaba.
Sin embargo, aclaran que “en un marco de secretismo, sin información a nadie, citando en el último momento al Consejo Superior de la Universidad, hace exactamente todo lo contrario. Una persona honorable así como una autoridad puede cambiar de opinión, pero cuando ello ocurra tiene el deber de transparencia, de explicar las razones de su cambio de pensamiento y de su actuar en consecuencia”.
“Nada de ello ha ocurrido, simplemente se traicionó la palabra empeñada, balbuceando una justificación que de nueva no tiene nada como los cambios tecnológicos en la industria televisiva. Un rector de una universidad católica, vinculada directamente con la Santa Sede, no tiene derecho de actuar así. Se ha faltado el respeto a sí mismo como a la dignidad del cargo que ejerce desde hace cinco meses”, precisa.
El sindicato señala que “nos sentimos profundamente defraudados porque el señor Recto don Ignacio Sánchez, recién electo y asumido en el cargo en marzo de este año 2010, se comprometió públicamente hacer los esfuerzos necesarios para resolver la crisis financiera y de gestión que es de responsabilidad exclusiva de la dirección de la propia Universidad, que ha designado a ejecutivos y directivos con criterios mercantilistas, que han llevado progresivamente a nuestro canal a una crisis financiera y caída en la teleaudiencia”.
Venta inconsulta y a un precio vil
Además, los trabajadores señalan que los US$55 millones que desembolsó el grupo Luksic servirán para pagar el pasivo existente, por lo que no quedará recursos frescos para la nueva sociedad que se pretende construir.
“La verdad es que el Canal 13 se ha vendido a un precio vil, causando una lesión enorme a la Universidad. No sólo se vendió de manera secreta, obscura, sin transparencia alguna, basados, al parecer, únicamente en los últimos resultados financieros, no dándoles valor ninguno, simplemente cero, al valor intangible más preciado en el mercado como lo es la marca. Si entramos en la lógica mercantil, creemos que este canal vale varias veces el precio que se ha ofrecido pagar”, sostiene el comunicado.
Los recurrentes señalan que la decisión debió haberse informado no sólo de manera previa, sino que de “haberse aprobado tal curso de acción por el Consejo Superior de la Universidad, se debiesen haber definidos bases objetivas de licitación y sobre esa base hacer una propuesta pública”.
“Los responsables de este hecho optaron por el peor de los caminos, la negociación secreta y oculta, obteniéndose así el peor de los resultados, un precio vil, a todas luces muy inferior al real”, agrega.
Cardenal Errázuriz en tela de juicio
El sindicato de trabajadores de Canal 13 también lamentan que en las negociaciones haya estado el cardenal Francisco Javier Errázuriz, a tres meses de dejar sus responsabilidades en la Iglesia.
“El canal es de la Universidad Católica y ésta del Vaticano. Pero fue el pueblo de Chile, a través de una ley, que le dio graciosamente a la Universidad esta concesión televisiva. Una decisión de tan gran trascendencia no sólo debiese haber sido consultada y aprobada por la Santa Sede, sino también por toda la Iglesia chilena”, menciona el texto.
En tal sentido, la declaración afirma que al ser un bien que le pertenece a todos los chilenos, la decisión sobre el futuro de la estación no le puede corresponder a una sola persona “aunque tenga la investidura de Gran Canciller”.
Libertad de expresión
Explican que el país le entregó a las universidades las concesiones televisivas a través de corporaciones que no persiguen fines de lucro, debido a que son fuentes de cultura y del pluralismo que demanda una sociedad.
“Hoy la Universidad Católica pretende entregar a un grupo económico el control de este medio televisivo. Ayer, lo hizo la Universidad de Chile. ¿En qué va a quedar la libertad de prensa, la libertad de información, la libertad de opinión, pilares en el funcionamiento de una sociedad realmente democrática cuando el control de la producción y de la transmisión queda sólo en manos de intereses económicos”, señala.
En tal sentido, sostienen que Canal 13 era una garantía, aunque limitada, de pluralismo y la existencia de una estación televisiva de este tipo contribuye a las numerosas informaciones que son fundamento de una “conciencia y de un sistema realmente democráticos”.
Cuestionamientos a la gestión
Asimismo, el sindicato hace un reconocimiento a Eleodoro Rodríguez Matte, cuyo fallecimiento marca el fin de una larga era de exitoso desarrollo al mando de una dirección independiente.
Agregan que tras la muerte de Rodríguez Matte ha habido siete directores ejecutivos en 12 años, además de un “desfile de altos directivos y caros administradores nombrados por la universidad como adjudicatarios de la “beca canal 13”, como quien accede a una pasantía, intentando aprender a hacer televisión a costa de una gran institución”.
A reglón seguido, los trabajadores señalan que después de varios fracasos de un aparato de gestión que llegará a ser sobredimensionado, el anunciar la venta del canal es sólo el reflejo manifiesto de la “gran incapacidad de la que hemos sido testigos”.
También ponen en entredicho, tras la venta de los dos tercios, la calidad moral con la que en el futuro tanto la UC y la Iglesia puedan criticar la mala calidad de la televisión chilena o su carencia de contenidos y valores.
Otro punto en tela de juicio es el gasto que se hace en ejecutivos, colocando como ejemplo que los sueldos de un reducido grupo de personas de confianza de los directivos equivale a las remuneraciones de alrededor de 300 trabajadores de la estación.
A lo anterior se suma el desembolso que se hace a “rostros” del canal, colocando como ejemplo el pago de 17 millones de pesos mensuales a una persona que no fue ocupada como figura principal.